ANGELES Y DEMONIOS

sábado, 23 de diciembre de 2006

NIÑO DIOS



Quienquiera que seas,

detente un momento ante esa cueva.

¿Ves ese niño indefenso?

Es Dios, es el único Redentor.

Es para ti.


Si te sientes muy pecador…

Él te dice que tienes perdón.

Si estás muy desesperado…

Él te ofrece la alegría de vivir.


Si eres pobre…

piensa que Él es más pobre que tú

y que es pobre por ti.


Si crees que no hay camino para encontrar la paz…

El es el Camino.


Si crees que todo es farsa y mentira en la vida y en la sociedad…

Él es la Verdad.


Si crees que la vida no tiene sentido ni valor…

Recuerda que Él es la Vida.


Tú que te has detenido ante muchos palacios,

y tiendas, y salas de fiestas,

sin encontrar lo que buscas…

nada pierdes con intentar

comprar a ese Niño el amor, la vida y la paz.


Y Él a cambio te pide una pequeña limosna de amor.

Se quitó los rayos, se quitó la fuerza

y se quedó sólo con el amor.


Si te hacen un pequeño favor,

das las gracias.

Si el favor es muy grande,

sientes la obligación de

agradecerlo muchísimo más.


El favor que Dios te hace

volviéndose hombre por ti,

es mayor que el mar,

mayor que el cielo,

mayor que todo.


Pero dime si alguna vez le has dicho ¡gracias!,

como a los que te hacen pequeños favores.


Nadie te ha amado como Él.

Nadie te amará como Él.


Mucho ama el que mucho perdona.

El te ha perdonado lo que nadie te perdonaría.


Pedir una limosna de amor para Él,

¿es mucho pedir?


Vivir la Navidad en paz con Dios,

¿es mucho pedir?


Me atrevería a sugerirte una cosa:

Si tú, como adulto, no sabes amar a ese Niño-Dios,

deja a tus hijos que lo amen,

diles que lo amen por ti,

que disfruten la Navidad por ti.


Se quitó los rayos,

se quitó la fuerza

y se quedó sólo con el amor.


Yo me quito la careta de hipocresía,

mi coraza de pecador

y me quedo sólo con la gratitud.

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